La Dana que golpeó Valencia hace un año dejó algo más que imágenes de calles anegadas y fábricas detenidas: nos obligó a repensar qué significa realmente estar preparados. Más allá de la meteorología, la Dana fue un espejo que reflejó la fragilidad de nuestras rutinas y la fortaleza de quienes, con manos y conocimiento, reconstruyen cuando todo parece perdido. Hoy, un año después, este artículo —acompañado de un potente podcast con voces como la de Miguel Ángel Mascarel— nos invita a mirar de frente aquella experiencia, extraer sus lecciones y entender cómo la prevención, la técnica y la solidaridad se convierten en los pilares que sostienen la recuperación frente a cualquier emergencia.
Cuando la rutina se hunde y la vida exige más que prevención: Dana Valencia
Cuando todo se pone patas arriba, ni el mejor seguro ni la última tecnología pueden sustituir la voluntad de quien se arremanga, cruza el puente y entra en el fango para devolver la luz donde sólo hay barro. Piensa en esto: ¿cómo reaccionarías si la rutina industrial, la rutina de tu vida diaria que nunca falla saltase por los aires?
El agua sube, las máquinas se detienen, los teléfonos dejan de sonar y lo único que queda es tu criterio y tus manos. Vivimos creyendo que la prevención nos blinda, pero la realidad es tozuda: el riesgo nunca descansa.
Hoy, en primera persona, un año después, conversamos sobre la Dana de Valencia y el testimonio de quienes han estado allí, cuando la industria se para y lo humano empieza. No exageramos si te decimos que lo que sigue es mucho más que un artículo y un podcast. Es una invitación a entender, decidir y (si hace falta) actuar antes de que la próxima ola nos coja desprevenidos.
El peso de una inundación: la realidad que nunca sale en manuales
¿Cuántas veces hemos pensado que “eso nunca pasará”? Quizá lo repetimos porque nos lo creemos. Quizá porque preferimos no mirar. Pero la Dana lo puso todo cabeza abajo. Valencia vivió —y aún recuerda— la devastación de una inundación que partió en dos la rutina.
Mientras unos apenas notaban la lluvia desde la ventana, al otro lado del puente, todo estaba destrozado. Familias sin agua, sin luz, sin comida. Negocios en pausa, herramientas perdidas, coches atrapados en el barro. Parece que hablamos de otro país, pero la verdad es que fue aquí, hace apenas un año.
El problema de fondo no es solo el agua; es la certeza de que lo imprevisto no avisa, y cuando llega, distingue poco entre grandes industrias y pequeños talleres. ¿Estamos preparados? Lo dudo si no miramos de frente lo que supone una emergencia como esta.
Voces que sí importan: un podcast hecho desde la experiencia
En este episodio, conducido por Carlos Sánchez, CEO de Herco, y Javier Naranjo Responsable de la División de Ferretería,, hacen fácil lo complicado y relevante lo que otros ocultan. No buscan sonar heroicos; sólo ponen en valor la verdad de quienes sostienen la industria día tras día.
Y en este episodio, se suma Miguel Ángel Mascarel, profesor técnico, divulgador incansable y reparador solidario. Su labor va más allá de la clase o el tutorial online: se arremanga en catástrofes, enseña, coordina y forma a quienes transforman el desastre en oportunidad. Más de 43.000 seguidores en TikTok le escuchan por algo: su palabra pesa, su experiencia cuenta.
En el «Consejo del Experto», Pedro Tapia, el “consejero de cabecera”, pone la guinda con su capacidad única de aterrizar lo aprendido a la realidad cotidiana de cualquier responsable industrial o técnico de mantenimiento.
¿Qué nos enseña una Dana? Aprendizajes que no se olvidan
En la entrevista del podcast, Miguel Ángel lo cuenta sin adornos y sin moralina. Cuando la Dana puso en jaque la normalidad de miles, lo primero que hizo fue buscar qué podía aportar con su saber técnico. Ni recetas mágicas ni soluciones de manual. Solo lo que había: multímetros, destornilladores, una maza y la voluntad de volver a llevar la luz y el agua a quien lo necesitaba.
Pero lo que pasó en Valencia fue mucho más que una intervención individual. Cientos de jóvenes cruzaron puentes a pie, trajeron agua, comida y brazos para limpiar. Empezaron los avisos espontáneos en WhatsApp, Telegram y redes. Se crearon grupos de voluntarios eléctricos, fontaneros, cocineros improvisados. El tráfico estaba cortado, pero la solidaridad nunca se detuvo. Nadie les invitó oficialmente, pero todos sabían que “hacía falta”. Y llegaron.
Esa fue —y sigue siendo— la genuina fuerza de la industria: cuando el protocolo se rompe, lo humano mantiene la planta viva. Puedes planificar mucho, pero nunca lo suficiente si olvidas que la clave es la gente.
Así lo vivieron:
- Sensación de dos mundos divididos por un puente: la rutina y el desastre.
- Adoptar el papel que a cada uno le tocaba, desde cocinar hasta reparar lo imposible.
- Mareas de jóvenes caminando kilómetros sólo para acercar una pala o una botella de agua.
- Coordinación espontánea: avisos por redes, asignación de necesidades, solución creativa.
- Mano de obra técnica insuficiente, pero suplida por el ingenio y la voluntad de ayudar.
Barreras físicas y humanas: prevención más allá del catálogo
Previamente a la entrevista, Carlos y Javier nos ofrecen consejos prácticos. Nos explican que los sacos de arena son temporales, que lo que cuenta son las barreras profesionales contra el agua. Y es cierto. Las soluciones de ingeniería existen: paneles de aluminio, barreras desmontables en accesos críticos. En Herco los conocemos bien, pero la prevención va mucho más allá de comprar el último sistema. Hay que estudiar la instalación hasta el último rincón, identificar los puntos débiles y no dejarse engañar por la falsa tranquilidad de que “siempre ha funcionado”.
Porque si alguna vez lo improbable se vuelve cotidiano, sólo vas a agradecer haberlo preparado como si fuera seguro que va a ocurrir.
¿Qué puedes hacer hoy?
- Identifica puntos críticos en tu instalación.
- Asegura maquinaria, almacenes, cuadros eléctricos y accesos clave
- Invierte en barreras profesionales y estudia con rigor sus limitaciones.
- Consulta, compara, no te quedes con lo primero que te ofrecen.
- Habla con técnicos experimentados, no con comerciales que no han pisado el barro.
Diagnóstico: cuando ver lo invisible lo cambia todo
El agua deja huella. La humedad puede esconderse tras una pared perfecta. Aquí entra lo importante: no se puede arreglar lo que no se detecta. Termografía y medidores de humedad marcan la diferencia. Lo explica Javier Naranjo: las cámaras termográficas enseñan dónde mirar, los medidores de humedad te dicen hasta qué punto “lo que parece seco” está de verdad recuperado. Es la ciencia al servicio de la seguridad, pero también del futuro de tu empresa.
Si fallas en el diagnóstico, todo lo demás es parche. El aislamiento de la máquina puede quedar tocado. El cuadro eléctrico puede parecer en orden, pero estar condenado a un fallo próximo. Aquí no hay espacio para la prisa ni para el manual de lo justo.
Lista de comprobación para después de una inundación:
- Revisar con termografía todos los puntos susceptibles.
- Medir humedad en paredes, suelos, maquinaria y zonas eléctricas.
- Bombear agua residual lo antes posible; no esperes a que “se seque solo”.
- Deshumidificar de forma industrial, no doméstica.
- Usar generadores portátiles si el suministro falla. Piensa en autonomía, no en comodidad.
- Utiliza megómetros antes de rearmar instalaciones eléctricas. El “casi seguro” aquí no sirve.
El kit de supervivencia: menos glamour, más eficacia
Miguel Ángel lo tiene claro. De poco sirve la caja de herramientas infinita si no sabes qué es imprescindible. Un multímetro fiable, destornilladores, palanca y una maza pueden salvar decenas de vidas y acelerar la recuperación de actividad. En los coches, ese pequeño martillo que permite romper la ventana y cortar el cinturón puede significar la diferencia entre salir o quedar atrapado cuando el agua sube.
No pienses en gadgets de catálogo; piensa en lo que realmente usarías si mañana te quedas sin red eléctrica, con puertas hinchadas y la necesidad de abrir paso. Eso es un kit de emergencia.
Cosas para tener siempre a mano
- Multímetro homologado, fiable aunque sencillo.
- Destornilladores variados, mejor pocos pero buenos.
Palanca, maza, herramienta para romper cristales y cortar cinturón (en el coche). - Bombas de achique portátiles.
- Grupo electrógeno autónomo. Si puedes, varios.
- Linterna potente con pilas (no confíes en la luz eléctrica).
- Material básico de fontanería y electricidad: cableado, portalámparas, conexiones.
- Cuchilla para ropa o tela, por si necesitas liberar a alguien en caso de emergencia.
Mano, corazón y ciencia: la formación como respuesta
Nada hubiese servido si Miguel Ángel y tantos otros no tuvieran el conocimiento y la capacidad de coordinar. Pero lo fundamental, como él aprendió, es convertir el desastre en oportunidad de formación. Alquiló una nave, organizó cursos gratuitos de oficios para quienes lo habían perdido todo, contactó con fundaciones, buscó recursos, formó técnicos y ayudó a que los damnificados volvieran a ponerse en pie y trajeran luz (literal y figurativamente) a cada casa y empresa afectada.
La post-catástrofe es más larga que la noticia en prensa. Sin técnicos formados, sin una comunidad que comparta saberes, todo queda en promesas y en la nostalgia de lo que un día fue. Lo urgente pasa, lo importante perdura si se hace lo necesario.
Lecciones vividas
- Nadie actúa solo si tiene claro lo que puede aportar.
- La formación técnica es la mejor inversión.
- Coordinar ayuda multiplica resultados: pequeños grupos con objetivo claro.
- Convertir la desgracia en una oportunidad para crear trabajo y futuro.
- Llevar recursos allí donde las ayudas públicas no llegan jamás.
Empresas y técnicos: protagonistas invisibles de la recuperación
Cuando todo está perdido, algunas empresas —sin buscar titulares ni reconocimientos— dan materiales, herramientas, cable, dinero. No lo publicitan. Simplemente lo hacen. Porque saben que no hay magia sin materia prima.
Igual pasa con los técnicos de mantenimiento. La labor de quienes arreglan, limpian, reponen y devuelven la electricidad y el agua nunca aparece en los balances, pero sin ellos no hay negocio, ni industria, ni familia que resista.
Los técnicos no sólo cumplen órdenes. Observan, resuelven, improvisan, aprenden de lo imposible. Pedro Tapia lo recuerda: ser de mantenimiento es vocacional. Es comprometerte aunque nadie te vea, aunque el reconocimiento sea escaso. Es hacer posible el reinicio donde otros sólo ven un desastre.
¿Cómo puedes apoyar (aunque no te lo pidan)?
- No recortes presupuesto en formación técnica ni en equipamiento.
- Escucha a tus técnicos; preguntales qué ven, qué falta, qué cambiarían.
- Involúcrate en la coordinación post-emergencia: un técnico bien dirigido vale su peso en oro.
- Revisa protocolos; adapta tu empresa a la realidad, no al manual obsoleto.
El futuro se decide hoy: ¿a qué esperas para estar preparado?
No hay fórmulas mágicas, pero sí hay un camino más humano y eficaz si se decide apostar por lo invisible. La industria cambia cada día, la tecnología mejora y los sistemas se actualizan, pero las catástrofes recuerdan que el mejor antídoto está en las personas, la creatividad y la previsión inteligente.
La digitalización es una necesidad estratégica. GMAO, sensores, herramientas inteligentes y análisis de datos permiten anticipar lo que antes sólo se resolvía con suerte. Pero sin formación, sin inversión y sin diálogo con quienes sostienen la planta, el milagro nunca ocurre.
¿Vas a esperar al próximo sobresalto o prefieres levantar un futuro más seguro, más humano, donde la industria se sostiene como debe —con criterio, prevención y manos capaces—?
Llámalo por su nombre: el mantenimiento es lo que te salva
Lo invisible no da premios ni sale en titulares. Pero asegura que la fábrica siga viva, después de una Dana o antes de un imprevisto que nadie espera. Cuando valoramos de verdad a nuestros técnicos, mejoramos no sólo los procesos, sino la propia esencia de la empresa. Porque el futuro no se construye con discursos, sino con decisiones concretas: formar, investir, coordinar, respetar.
Te invitamos a hacer un poco de introspección. ¿Qué harás cuando la rutina se rompa? ¿Dónde estarán tus técnicos? ¿Podrás contar con ellos o sólo lamentar lo que no hiciste a tiempo? La Dana dejó enseñanzas que no están en ningún expediente. Pero sí en el relato de quienes cruzaron el puente y no miraron para otro lado.
Escúchalo. De verdad. Hazlo tuyo y decide hoy
Si algo te ha resonado aquí, no lo dejes en una lectura rápida. Ponte cómodo, escucha el episodio completo de Mantenimiento en Acción. Deja que las voces de Carlos Sánchez, Javier Naranjo, Pedro Tapia y especialmente Miguel Ángel Mascarel te lleguen. Sostienen más de lo que nunca verás.
Preguntas frecuentes sobre la Dana, la prevención y el futuro tras la inundación
¿Qué tipos de alertas automáticas existen actualmente ante una inundación por Dana?
Existen sistemas automatizados que envían alertas vía SMS, apps oficiales como 112 Comunitat Valenciana, y notificaciones en redes sociales y medios locales. Además, muchas localidades cuentan con sirenas y paneles informativos que avisan sobre riesgos inmediatos. Tras la Dana que azotó la zona, se están instalando sensores conectados a plataformas digitales, permitiendo avisos personalizados según el nivel de riesgo y ubicación, facilitando la rápida toma de decisiones y la evacuación segura.
¿Cuáles son las recomendaciones tras la Dana para asegurar instalaciones eléctricas y maquinaria?
Después de una inundación por Dana, es imprescindible realizar una inspección profunda de todas las instalaciones eléctricas. Se aconseja utilizar instrumentos de diagnóstico profesional para detectar humedad interna y posibles cortocircuitos. Es fundamental secar completamente los equipos antes de rearmar, revisar aislamientos y comprobar conexiones. Los protocolos actualizados recomiendan siempre la intervención de un técnico certificado, evitando reiniciar maquinaria sin comprobaciones previas para minimizar riesgos de colapso o incendio.
¿Cómo se coordina la cultura de la prevención en el territorio tras una Dana que azotó la zona?
La cultura de la prevención se articula a través de campañas formativas, simulacros periódicos y colaboración entre colectivos vecinales, empresas y administraciones. Tras la Dana que azotó la región, se han implementado grupos de Whatsapp y Telegram para coordinación efectiva, además de talleres de sensibilización para identificar riesgos. La participación activa y el acceso a información fiable son clave para anticipar emergencias y fortalecer la capacidad de respuesta colectiva ante futuras inundaciones.
¿Qué papel tienen los sistemas de alerta meteorológica en la adaptación al cambio climático tras una Dana?
Estos sistemas recopilan datos ambientales y predicen episodios extremos, emitiendo avisos en tiempo real. Su eficacia tras la Dana ha mejorado gracias a la interconexión entre entidades meteorológicas, ayuntamientos y servicios de emergencia. Permiten adaptar protocolos de actuación, ajustar infraestructuras y mejorar la gestión de recursos ante nuevos escenarios climáticos. Así, consolidan la adaptación al cambio climático al anticipar eventos inesperados y planificar estrategias de protección más adecuadas.
¿En qué pueden ayudar los ciudadanos tras una Dana para reducir riesgos futuros de inundación?
La contribución ciudadana pasa por participar en jornadas de limpieza, mantener desagües libres, reportar incidencias y sumarse a campañas informativas. Tras una Dana, colaborar en grupos vecinales, asistir a talleres y transmitir recomendaciones ayuda a reforzar la prevención. Mantenerse informado mediante sistemas de alerta y compartir buenas prácticas con vecinos y empresas genera mayor resiliencia comunitaria frente a nuevos episodios de inundación.
¿Cómo evalúa la cátedra de cambio climático las consecuencias y aprendizajes tras una Dana?
La cátedra investiga los efectos ambientales y urbanos del evento, recopila datos de daños y coordina estudios sobre vulnerabilidad territorial. Tras la Dana, se elaboran mapas de riesgo y propuestas de infraestructura adaptada, así como recomendaciones sobre la gestión de aguas pluviales. Participan en foros de divulgación y formación, facilitando la transferencia de conocimiento y promoviendo la adaptación al cambio climático desde una perspectiva multidisciplinar.
¿Cuáles son los principales riesgos ambientales para el territorio tras una Dana?
Se identifican contaminación de acuíferos, erosión de suelos, deterioro de infraestructuras y proliferación de plagas debido al estancamiento de aguas. Tras la Dana que azotó la zona, estos riesgos se monitorean con tecnologías avanzadas y protocolos especiales. Es crucial evaluar periódicamente los puntos críticos, restaurar espacios verdes y promover prácticas sostenibles que minimicen el impacto de futuras inundaciones en el entorno.
¿Cómo pueden las empresas fortalecer su cultura de prevención tras una inundación?
Las empresas deben actualizar sus protocolos de emergencia, invertir en formación continua y promover simulacros. Tras la Dana, incorporar barreras físicas, sistemas de alerta internos y diagnósticos preventivos ha demostrado eficacia. Fomentar la comunicación interna y con organismos públicos multiplica el éxito ante futuras crisis. Revisar periódicamente planes de contingencia y compartir experiencias ayuda a consolidar una cultura de prevención sólida y comprometida.
¿Qué herramientas digitales facilitan la gestión de alertas y emergencias tras una Dana?
Herramientas como apps específicas de emergencia y grupos de mensajería instantánea permiten monitorizar, coordinar y reportar incidencias de manera eficaz. Tras la Dana, aumentar el uso de tecnologías conectadas y formación digital en la población facilita una respuesta más rápida y una gestión precisa de los recursos, reduciendo el impacto y los tiempos de reacción ante una nueva inundación.
¿Cuáles son las primeras actuaciones recomendadas tras una Dana?
Las primeras acciones pasan por garantizar la seguridad personal, cortar la electricidad, evacuar si persiste el riesgo, documentar daños y contactar con emergencias. Tras la Dana, se recomienda limpiar y desinfectar espacios, evaluar riesgo estructural y consultar con técnicos especializados antes de volver a utilizar instalaciones. Seguir las recomendaciones oficiales y activar los sistemas de alerta locales permite actuar ordenadamente y con mayor eficacia en el proceso de recuperación.




